Rexina era una chica de mediana estatura, no era exactamente la más bella y era bastante peculiar.
Su cabello desordenado, su falta de curvas y silueta poco definida hacían de élla una chica más, no destacaba en nada y pocas veces era reclamada por alguien, amigos como tales no parecía tener, padres quizá, pero no creo que la prestasen su debida atención, poco más podré decir de élla puesto que ni yo misma sé.
Era una chica bastante tímida aunque a simple vista no lo pareciese, bajo su risa nerviosa había mucho que ocultaba...de lo único que me acuerdo es de su mirada, cálida y alegre, sus dos grandes ojos vidriosos, el color de éllos era más o menos normal, pero su brillo era bastante peculiar, brillaban como dos grandes luceros en una oscura noche sin abrigo, era un brillo bastante esperanzador.
Recuerdo que hubo una época en la que estuve sin verla varias semanas, su pupítre estába vacío, nadie sabía de élla y yo sentía curiosidad..
Recuerdo cuando se reincorporó, yo estába contenta por su llegada, pero había algo extraño en élla, no era la chica que creí conocer, su pelo estába mucho más corto, era un pequeño cambio que además le daba un toque muy sensual, pero había algo diferente..se sentó en su pupitre y comencé a examinarla detenidamente, no parecía haber cambiado en nada más, pero depronto me miró, debió notar mis pupilas clavadas en élla y se exaltó, me detuve unos instantes más, en un estado de shock,sus ojos, tuve que cambiar rápidamente la mirada, clavé mi mirada en el cuaderno, pero esa imagen seguía inundando mis sentidos, sus ojos, el brillo que habitaba en éllos, ya no estába, ahora sus ojos eran de un color más mate, sin ninguna muestra de vida, ninguna brillante luz que los hiciese especiales, nada.
Me estremecí, no entendía el por qué, cómo era posible que esa chica ya no tuviese ese brillo peculiar que antes lucía, ya no había nada que destacase en élla, su mirada era más firme y reflejaba tristeza, dolor y soledad.
Nunca acabé de comprender el motivo y aún sigo sin hacerlo, no entiendo el por qué de éllo...quizás nunca tuvo ese brillo y sean imaginaciones mías, o quizás de tanto soltar lágrimas, de tanta pena, su brillo, el cuál reflejaba algo de esperanza, de tanto esperar, se esfumó.
Lo único que sé con firmeza es que después de ese día pocas veces volvímos a ver esa sonrisa nerviosa a la que tan acostumbradas estábamos y rara vez se comunicaba con la gente, su mirada...bueno, ésta era la más fría y cortante que he visto nunca.
...Mientras tú has tenido a la muerte mirándote a los ojitos
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