jueves, 2 de agosto de 2012

Allí la soledad es mi amuleto.


Cada  vez te das más y más cuenta de que este no es tu sitio, no logras encajar por mucho que tú lo llegues a intentar.
La gélida lluvia embriaga tus sentidos, tus sentimientos hoy salen a que la luz de la luna les ilumine, y tú te encuentras como siempre, en el mismo lugar y con la canción que no puedes dejar de repetir una y otra vez.
Cierras los ojos y haces memoria de todos esos momentos en los que has estado en la misma situación, cada vez son más los que inundan tu mente y menos las fuerzas que logran sacarlos de allí.
Te tumbas, miras la luna, la envidias, qué puta es, de dónde sacará las fuerzas para salir todas las noches.
Piensas, ella sola se haya, rodeada de millones de astros, pero a la vez tan solitaria, quizá se sienta como tú, o tal vez cansada de tan larga la espera, decidió galopar y pasar la noche en vela.
Analizas cada momento en los que has dicho basta ya, todas tus letras tan llenas de pesimismo y todos tus papeles borrosos de la lluvia.
No quieres seguir en ese bucle, has de salir del lodo, te preguntas como podrías hacerlo, tus fuerzas apenas te mantienen en pie, ya no saboreas el aire, no has vuelto a reír con una película, ni has conseguido volver a confiar en nadie.
Abres tus ojos tras la larga secuencia de dichos momentos, das una bocanada de aire fresco, la secuencia de imágenes ahora transcurre lenta, parece ir al son de la música, miras de nuevo la luna, parece sacar una pícara sonrisa, te hace sonreír.
Crees que todo ha sido un sueño, vuelves a repetirte las mismas palabras de consuelo que en tu memoria se alojan, crees que en el fondo todo es autocompasión y no una ilusión.
Vuelves a cerrar tus ojos y prefieres quedarte así, dormir, allí nadie ha de molestar.
Cosas que viví, esta cicatriz de traumas...desangra versos, desarma el alma.