Domingos de resaca.
Tu aliento a destilería, tu cara sin lavar, legañas en los ojos y pelo encrespado.
Esa es tu imagen, la imagen que llevas teniendo desde hace ya un buen tiempo, pero ¿qué más dará?.
Te acercas aún más a la ventana, la abres y el gélido frescor abarca toda tu habitación.
Colocas tu café en la cornisa, y ves los trenes pasar. Hoy es domingo, domingo de resaca, noches de vino y rosas, y sábanas sin cambiar.
Te plantas frente al ordenador y pones esa lista de reproducción que te hace llorar, melancolía, recuerdos y humo.
Todo es tan bohemio que no tiene sentido. Te pones a escribir, sin saber bien el qué. No quieres dejar esas páginas en blanco, quieres rellenarlas de tu día a día, como hacías antaño.
Te paras a pensar en todas las veces que has hecho lo mismo, tal vez no haya muy buenos recuerdos de esos días, pero ahora estás aquí de nuevo, con una mirada perdida, viendo todo el tiempo que ha pasado, y el reloj parece haberse detenido.
¿Felicidad, melancolía?, más bien desidia.
Hoy ya no te importa lo que el futuro te deparará, ya no tienes miedo. Todo es un camino que hay que recorrer, y que lo parezca o no, siempre se avanza, quizá no en línea recta, pero no te quedas quieto al borde del abismo.
Tu mirada cambió, quizá solo lo notes tú, pero ya no es esa mirada desganada y sin brillo.
Hoy hay algo de brillo en esa mirada, quizá el reflejo de las gotas cristalinas que empañan tu ventana, pero algo ha cambiado, aunque no sepas bien el qué.
Y ahora sólo piensas en ir.....A cualquier otra parte.
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