viernes, 6 de marzo de 2020

Cara B



Aún sigo sin entender la forma en la que decidiste acabar con todo.
Te echo de menos. Bueno, en verdad sé que no es a ti a quien echo de menos, sino a mi idealización de ti.
Todavía recuerdo la primera vez que te pregunté que si tu sentimiento había cambiado.
Era una de nuestras primeras discusiones absurdas formuladas por ti.
Me mirabas distinto, te noté distante, cansado.
Pero tú me contestaste que no, todo iba bien.
Poco a poco esas discusiones se fueron convirtiendo en rutina, y tu mirada cada vez estaba más perdida.
No notaba calor en tus abrazos.
Apenas me besabas, y tenía que pedírtelo.
También te pedía que me dijeses cosas bonitas. ¿sabes por qué?, algo dentro de mí sabía que las cosas no eran como al principio, pero terminé omitiendo, porque creí tu palabra, y que si algo fuese mal, lo dirías.
Seguimos haciéndonos daño. Cada vez te molestaban más cosas de mí. Las discusiones eran más largas y siempre querías huir.
Mi respuesta por desgracia, pecaba de amor propio.
Acababa suplicándote durante horas que te quedases. Que lo pensases bien, que te quería, y que quería continuar. ¿Por qué?, mi miedo a perderte y la incomprensión de que te fueses por ese motivo, y en ese momento.
Me jode no haber escuchado mi voz interior, mi intuición. Aquello que me decía “vete”, mereces más que alguien que está por no saber irse.
Cada vez notaba más carencias.
Te costaba tocarme, te costaba ser cariñoso…y creo que esas cosas, en una relación, son básicas.
A día de hoy no te echo la culpa, de hecho, agradezco que me salvases.
De no ser por ti, me hubiese quedado conformándome con un mínimo atisbo de amor.
Y soy más que eso.
Merezco más que las migajas de un corazón que no sabe lo que quiere.
Merezco amor, cariño, comprensión, me merezco a mí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario